Esta no es una historia como las demás que
vamos relatar, pero si una digna de recordar.
Todo comienza con un día normal, un espléndido
día de agosto, sin mucho que hacer. Nada más comer, como de costumbre, quedamos
para tomar un café y así ir planeando la tarde-noche. Al no saber que hacer,
decidimos dar una vuelta por un pueblo cercano para ubicar un establecimiento
nuevo que habían abierto semanas antes.
Llegamos, andamos calle tras calle y no
encontramos nada, seguimos andando hasta que salimos a una calle más ancha de
lo normal. Garajes, casas, bodegas y un típico pilón de pueblo. Nos acercamos y
percatamos que ese pilón de unas
dimensiones no muy grandes estaba lleno de por lo menos 40 peces, todos con un
evidente sobrepeso que jamás habíamos visto. Los observamos, comentamos la situación
hasta que uno se da cuenta de que por el fondo, muy bien camuflados, había tres
grandes barbos. Hasta aquí, todo normal.
Decidimos irnos de nuevo a nuestro pueblo
sin haber encontrado lo que habíamos ido a buscar. La tarde sigue transcurriendo
y nos enteramos que esa misma noche, es la de máxima actividad en la “lluvia de
estrellas”, que se repite todos los años sobre las mismas fechas y decidimos
como es costumbre ir a contemplarlas a un punto alto, situado en medio del
monte (procuramos no repetir nunca el sitio, así damos un poco de singularidad
a esa noche).
Cenamos y nos disponemos a ir hacia allí. Decidimos
a dónde vamos a verla, compramos algo de comer, algo de beber y emprendemos el
viaje.
Llegamos, nos tumbamos en el suelo, nos
acomodamos y… “pero que cojones…” ¡El cielo estaba cubierto entero por nubes!
Como no teníamos nada más que hacer, nos
quedamos allí un rato bastante largo con la esperanza de poder ver algo… en 2
horas, ¿3 estrellas fugaces?. Aburridos, bajamos hacia el centro del pueblo a
tomarnos una cerveza para pasar el resto de la noche.
Llegado a este punto, si has llegado, te
estarás preguntando: “¿Y a mí por qué me cuentas un día de tu verano, que a mí
ni me va ni me viene?”
Pues muy bien @migo, una vez con la
cerveza, empezamos a contar nuestra tarde a un par de amigos que no habían
estado con nosotros y sale el tema del pilón. Debatimos si ese es un sitio para
unos barbos tan grandes, ya que eran más largos esos peces que el propio ancho
del pilón.
Pasado un buen rato de conversación, en
todo grupo de amigos siempre hay uno que tiene unas ideas “geniales”.
¿Cuál fue la idea?
Pobres peces, deberíamos salvarlos. Esa frase
junto al aburrimiento de un día entre semana, tenemos la genial idea entre los
5 que estábamos allí, de salvar un pobre barbo.
Estuvimos mucho tiempo dubitativos, ya que
a efectos prácticos, estaríamos robando algo que otro pueblo, pero repito,
siendo una noche así, cualquier plan hubiese salido para adelante.
Terminamos la cerveza, nos vamos a casa,
cogemos sudaderas con capucha para ir de “incógnito”, vamos a por una red,
cubo, agua y bolsas por si acaso.
(Todo el trayecto de ida, estancia y
vuelta está grabado en video, pero no voy a subirlo para guardar el anonimato)
Llegamos, aparcamos y vigilamos los
alrededores, hora estimada, entre las 3 y 4 de la mañana, como es obvio, nadie
por la calle. Un móvil grabando, dos iluminando, uno con un cubo y el último
con la red. Casi 5 minutos persiguiendo a los barbos, era imposible con esa
agua tan turbia, esa oscuridad y tanto pez distinguir nada, pero al final
conseguimos sacar a uno de los 3 barbos. Hacemos muchísimo ruido, corremos al
coche y salimos como alma que lleva el diablo de ese pueblo.
Llegamos a nuestro puesto de mando, donde
había gente esperando a que el equipo llegase de tal “arriesgada” operación.
Todos se pensaban, ya que somos unos vacilones, que era una broma, hasta que
sacamos el cubo con agua del coche y observan con cara de incredulidad que allí
estaba el pez con nosotros.
Después de mucho cachondeo y fotos,
decidimos ir al río, donde nos bañamos cada día, a poner en libertad al barbo,
para que también pueda disfrutar como nosotros de ese magnífico lugar, que
tanta felicidad nos lleva dando años de nuestra vida y seguramente fuese este
su lugar de nacimiento y donde fue raptado para ser objeto de exhibición para 4
autóctonos de pueblo.
BARBOS LIBRES EN LA CUENCA DEL ARLANZA
Me emocioné al leer la historia, solo recordar aquel momento en el que liberamos al barbo... No tiene precio.
ResponderEliminar